Seleccionamos cinco de las que más se habla hoy y que ejemplifican la lucha, desde distintos puntos del globo, para que mares, desiertos, tierras gélidas y bosques puedan tener un espacio para crecer
El archipiélago de Galápagos está considerado uno de los mejores destinos sostenibles del continente americano. Su reserva marina, una de las más grandes de todo el mundo, cuenta con corrientes frías y cálidas que propician el establecimiento de distintas especies animales y vegetales. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 1978, y Reserva de Biosfera, en 1984, el Parque Nacional Galápagos también conserva especies únicas de flora y fauna. El uso responsable de plásticos desechables, la apuesta por las energías renovables y por la reducción de combustibles fósiles, así como un enfoque turístico vinculado a la protección de la naturaleza, son algunos de los mecanismos para proteger este espacio natural inigualable.
Ubicada en un profundo cañón, esta reserva de la biosfera es la más profunda del mundo, ya que se sitúa a 400 metros bajo el nivel del mar. Hogar de cientos de especies de aves y animales, es un destino que combina ecoturismo y aventura. Para conservarla, se llevan a cabo programas de reintroducción de especies en peligro de extinción, como el íbice de Nubia, encuestas ecológicas, programas de monitoreo y zonificación efectiva, entre otras actividades-
Con un área de 972.000 km2, este es el parque nacional más grande del mundo y acoge un gran número de flora y fauna árticas , incluyendo bueyes almizcleros, osos polares y muchas especies de focas. Debido a las estrictas regulaciones de conservación, el Gobierno de Groenlandia tiene que aprobar el acceso de los visitantes según su propósito e itinerario. Es habitual, no obstante, encontrar expediciones científicas que estudian restos de asentamientos inuits así como centros que estudian los efectos del cambio climático, por ejemplo, la estación de Zackenberg.
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El Parque Forestal Nacional de Zhangjiajie, en el noroeste de la provincia de Hunan, forma parte del Patrimonio Natural Mundial de Naciones Unidas. Aquí se ubican formas geográficas únicas, más de quinientas especies de plantas leñosas y un gran número de animales. En el parque se desarrollan proyectos de conservación de la biodiversidad, incluyendo intercambios científicos entre países, viajes de estudio y cursos educativos para visitantes.
Esta reserva natural islandesa se caracteriza por un terreno muy montañoso, que cuenta con una actividad geotérmica muy pronunciada. Para proteger este área volcánica, que está ubicada a más de 500 metros sobre el nivel del mar, se pide a los visitantes que respeten el código de la propia reserva. En la misma se pueden encontrar numerosos senderos para recorrer a pie así como espacios para plantar tiendas de campaña.
Fuente: La Vanguardia