En Perú, frente a las construcciones de cemento, fierro y el ladrillo industrial, dos arquitectos luchan por promover un modelo más acorde al territorio y la idiosincrasia local.
Para Tom Gimbert,creador del EcoLodge Máncora, la arquitectura es creatividad y movimiento. Adaptación constante. Lo mismo utiliza caña, bambú y excremento de burro para levantar un hotel en un pequeño balneario al norte de Perú, que piedra, barro y totora para construir un albergue a orillas del lago Titicaca.
“Creo que es más retador y divertido construir a partir de los materiales que encuentro en la zona, que hacerlo al revés, como la gran mayoría”, cuenta Gimbert, arquitecto francés que desde hace más de una década viene promoviendo en Máncora, un pequeño y paradisíaco distrito playero en el Perú, un enfoque de construcción que aprovecha materiales locales y técnicas ancestrales de construcción para crear casas, hoteles y colegios sostenibles y armónicos con su entorno.
También puedes leer: Los Mejores lugares del mundo para vivir
Gimbert es un admirador del arquitecto colombiano Simón Vélez y su “arquitectura vegetariana”, un enfoque que considera que actualmente existe una sobredosis de minerales (hormigón, acero, vidrio y plásticos) en la industria de la construcción, especialmente en los países en vías de desarrollo, y que es necesario involucrar a la agricultura con la industria de la construcción.
Para Gimbert, sin embargo, su filosofía va más allá de crear proyectos arquitectónicos ecoamigables, con una muy baja huella de carbono y una estética natural y propia de la zona. Su propósito, como lo define él mismo, es promover que este enfoque de construcción se replique masivamente en Perú, generando nuevas dinámicas económicas locales y espacios e infraestructuras armónicas, que propicien el orgullo y apropiación de la ciudadanía con su territorio y su pasado.
A diferencia de lo que ocurre en Perú, en el resto de países de la región parecen comenzar a abrazar nuevas ideas de construcción, más vinculadas a lo orgánico y sostenible, uno de esos países es Ecuador.
Madera hualtaco, caña, bambú, tierra, cal, aserrín, basura y excremento de burro, que me sirvió como pegamento para que el barro no se rajara. El arquitecto también usó trocitos de una lancha malograda. El techo del Eco Lodge está hecho con el plástico de una publicidad, que, en mi opinión, es más resistente y el mejor plástico que existe.
El hotel tiene tres pisos hechos con madera, levantados con técnicas artesanales como la del tabique, que estuve investigando durante varios años.