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Gustavo Moscoso: un terrícola que no conoce fronteras

Uno de los máximos exponentes del diseño de moda masculina en Ecuador habló con Travel.ec sobre su relación con su natal Cuenca, su definición del éxito y sobre su carrera.

Texto: Cristina Guevara / Fotografía: Iván Franco

Ese día el cielo en Cuenca estaba nublado. Ese tono grisáceo contrastaba con un palacete de tono similar al teal azúl, ubicado en una concurrida calle del Centro Histórico.  

¿Se puede vivir en una pieza de museo? Según el diseñador de moda Gustavo Moscoso, definitivamente sí. Él nos abre las puertas del GM Palace, una joya arquitectónica construída entre 1860 y 1890, cuya mitad fue adquirida por Ernesto López Diez, poeta, artista plástico y astrónomo, que buscó traer un pedazo de París a través de ella. En 1995, el padre de Gustavo, Ernesto Moscoso Iturralde, la adquirió; pero es sólo hasta hace unos ocho años cuando el diseñador de moda decidió restaurarla. “La gente piensa que se llama GM Palace por Gustavo Moscoso, pero en realidad es por Gustavo y Mey, mi hermana”, cuenta. Es que hay lugares donde convergen las memorias, las ilusiones, y la historia. Este es uno de ellos. “La he ido llenando de recuerdos. La primera vajilla que compró mi madre en su matrimonio, fotografías de mis padres y mis abuelos, el sable de mi abuelo que era marino, el sable con el que a mi padre lo nombraron Gran Caballero y Señor; obras de arte contemporáneo que colecciono; todo es parte de mí”, menciona. 

En ese pequeño museo, donde se suelen celebrar las fiestas de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo (que se da cada dos años en Cuenca), Gustavo también nos abre otra puerta: la de su historia, de los lugares y personas que han hecho lo que hoy es. Con una empresa que nació hace 21 años (“ya somos mayores de edad, ya podemos beber”, me dice) hoy es uno de los mayores representantes de la moda masculina en Ecuador. Gracias a ella ha transformado muchas concepciones. Conversamos con él sobre el camino que ha labrado, entre otras cosas.

¿Qué significa para ti Cuenca? Es mi casa, es hogar, es familia, es historia. Cuenca es arte. Soy como un pulpo cuando me hablan de ella, no solamente porque nací aquí sino que son muchos aspectos los que me hacen querer a esta ciudad. Y más allá de eso, por el potencial que veo a futuro. No me gusta solo por lo que es, sino por lo que puede llegar a ser. 

¿Qué puede llegar a ser Cuenca? Suiza de Latinoamérica. Es espectacular geográficamente, tiene un clima privilegiado, la manera cómo se ha mantenido el centro es espectacular: las casas patrimoniales, las iglesias, capillas, las catedrales que tenemos, etc. Esta es una cuna de artistas, el arte contemporáneo y clásico son fabulosos. Quisiera potencializar todo eso, pensarla como ciudad cultural, universitaria, un lugar donde pueda ser un paraíso para hacer cine, pero no pensando solamente en Ecuador, sino pensando en Latinoamérica y el mundo. 

Es normal tener una relación amor-odio hacia una ciudad, ¿lo has sentido y en alguna ocasión has querido dejarla? La dejé hace 10 años, pero el problema no es la ciudad, son los cuencanos. Para mí es importante  hacer un mea culpa, para a partir de eso buscar la solución o cómo evolucionar. A veces siento que el cuencano ha querido quedarse en el pasado y ha querido quedarse con una costra, una caracha, sin moverse y sin buscar una propuesta nueva y diferente. Y es por eso que hace 15 años que me mudé a Guayaquil, hoy vivo entre esa ciudad y ésta; eso me permite ver a Cuenca desde una perspectiva más neutral, porque he visto otros lugares. 

Soy una persona que por mi trabajo viajo mucho; y la comparación es buena porque me permite darme cuenta de lo hermoso que tiene esta ciudad, la maravilla que me ofrece, pero también me hace dar cuenta de que es lo que me hace falta. 

¿Cómo esta ciudad ha influido en la construcción de tu identidad personal como en tu trabajo? Define la palabra identidad. 

¿Lo que tú eres? Pero es que yo soy un mix, muchas cosas. No porque nací en Cuenca tengo que ser o solo apreciar la cultura cuencana, finalmente a lo largo del viaje me he hecho de muchas culturas, que vienen por mis ancestros, mi ADN, por donde estudié, por donde crecí; al final del día yo soy un reflejo de mi marca y mi marca es un reflejo de mi; somos eclécticos. Tengo un poco de Cuenca, tengo un poco de Guayaquil, tengo un poco de Chile (mi madre es de ahí y mi padre era medio chileno). Creo que de eso se trata de respetar todos estos espacios y miniespacios de donde venimos. 

La tienda principal de Gustavo Moscoso está en Guayaquil, ¿por qué ahí? Porque es un mercado más interesante que el de Cuenca. En Guayaquil la gente ha empezado a apreciar lo artesanal y el trabajo de todo un equipo. Cuenca es un lugar callado, que tiene lo que no tiene Guayaquil y es mi semilla de creatividad; cuando vienes sientes el silencio, que el  tiempo corre un poquito más lento; es donde haces ese stop para retroalimentar la colección pero para no venderla aquí. 

Para mi como cuencano, Cuenca no empieza en El Descanso y no termina en El Cajas. Antes que nada yo soy terrícola, a mi mal me enseñaron en el colegio las fronteras porque si yo veo la tierra desde la luna, yo no veo fronteras ni países. Me gusta ser de aquí y de allá, amando y respetando de donde vengo me gusta sacar provecho de cada espacio donde estoy. Cuenca para creatividad, para familia, para estar más tranquilo, para sentar las aguas; Guayaquil para moverme un poco más. Tener una compañían es una responsabilidad, yo tengo que dar trabajo a la gente, entonces tengo que moverme a donde está el mercado, a donde la gente aprecia y está dispuesta a pagar lo que cuesta un trabajo bien hecho por todo el equipo que es GM. 

Me dices que ante todo eres un terrícola, un ciudadano del mundo. Para ti, ¿qué significa explorar otras culturas? ¿Cómo el viaje te ha cambiado?

Yo no viajé desde temprana edad, poco a poco al paso del tiempo voy entendiendo porque no fui criado en una cultura de viaje todos los años; nuestros veranos los hacíamos aquí en la casa de campo, con la familia y amigos. Pero poco a poco fui descubriendo desde que empecé mi carrera hace 23 años y viajé, conocí otras culturas. Viajar es importante porque abre mi mente. A veces uno cree, por ejemplo yo -como homosexual- que soy mente abierta, pero a veces veo en actitudes que no lo soy por completo, en algunas cosas soy retrógrado. Ser open mind para mí es que cuando hay un homofóbico, decirle no estoy de acuerdo contigo pero estás en lo correcto para tú punto de vista; para mí es eso, aceptar cuando alguien está en contra de lo que pienso.

Viajar es vivir... Eso me ha dado el viajar y ver otras cosas que quizás ahora me molestan y que antes las vi normales. Viajar no es solamente ver el mundo, es lo que aprendes de la gente. Yo soy extraño en el viaje, a mi no me gusta, por ejemplo, ir a Europa a visitar 12 países, a mi me gusta ir a un lugar y vivir como local, detesto las cosas turísticas, ya lo hice cuando tenía 18 años. 

Ahora generalmente me repito dos o tres veces ciertos lugares, por ejemplo Roma es uno de los lugares que más adoro. Italia en general es uno de mis destinos favoritos por su liviandad. Aquí en Ecuador andamos como caballos en Pase de Niño, llenos de aperos encima; para estar bien, tienes que tener la montura, el cuy, el puerco, las guirnaldas, el carro, el chofer, el guardaespaldas para demostrar que estás bien. En Europa no, ahí haces unas fiestas espectaculares en un departamento pequeño, que era el verdadero concepto del buen vivir, este concepto sí existió aquí en Ecuador en los años 60 o 70. El éxito no tenía que ver con la cantidad de plata que producías al mes, sino que el éxito era realmente vivir bien, era ofrecer lo que tú tenías a tus amigos. Si vivías en una casa chiquita, no importaba, traías a todos tus amigos acá. Ahora los amigos se reúnen en la casa más grande, donde tienen la piscina, y de eso no se trata el vivir bien. 

Es algo que trasciende el dinero, es una actitud, al igual que la elegancia, la elegancia no es cómo te vistes, elegancia es la actitud de la persona. 

¿Ha sido difícil el camino de la moda? Empecemos por que esto no era un camino, era un chaquiñán. Hubo que abrir camino con machete, con pala, con pico. 

Creo que el problema más grande que tenemos en el mundo de la moda y de la creación en general en Ecuador es que el ecuatoriano no consume lo de su país. Es extraño que en un país tan cercano como Colombia, se pueda ver el amor a su patria. No existe colombiano que no piense primero en un producto colombiano: comida, restaurantes, música, entretenimiento, películas, ropa. Ese es uno de los detractores más fuertes, a parte el machismo que existía en Ecuador en 2001 cuando me lancé con ropa de hombre, los hombres no se ponían ropa de color rosado bajo ningún concepto.

La primera vez que hice una camisa color rosado la gente colapsaba. Sí hemos cambiando eso. Creo que Gustavo Moscoso ha sido un antes y después en la moda masculina en Ecuador. Hoy, ya los hombres saben sobre sastrería, existe un gran grupo de personas que prefieren vestirse con Gustavo Moscoso a vestirse afuera, y la idea es esa, cambiar.

Y desde el 2001 hasta hoy, ¿crees que algo ha cambiado? Ha cambiado todo, incluso antes de las redes sociales. Nosotros con nuestro proyecto GM en Megamaxi hicimos grandes cambios. Instagram y Facebook ya llevaban algunos años, pero no había la difusión de hoy. Hace 12 años empezamos, vestimos a los hombres ecuatorianos con pantalones amarillos, fucsias, rosados, verdes sin necesidad de ir a nuestra tienda de Gustavo Moscoso, donde va solo un público específico. Lo que quisimos hacer con Megamaxi era parafrasear un poco lo que dijo Yves Saint Laurent, ‘la moda debe ser para todo el mundo’ y eso es lo que hicimos, llegamos al Ecuador entero. Quisimos romper mitos como que vestirse para un hombre es caro, o que no habían opciones en Ecuador.

¿Cómo te proyectas al futuro? ¿Cuál es tu definición del éxito? Ese ha sido mi talón de aquiles, yo no me proyecto, me encanta que la vida me sorprenda y me encanta tomar las oportunidades como van llegando. Si me preguntaban hace unos 10 años, yo decía, quiero tener tiendas en todo el mundo. Hoy digo: no, no me interesa, si con una página web puedo llegar a más personas internacionalmente. El mundo cambia tan rápido que mi proyección de hoy para el 2023 ya es obsoleta.

Y a parte la vida te sorprende con sucesos como una pandemia… Pero también te sorprende con cosas como que lo que te apasiona -en mi caso la moda- llega a tu vida cuando menos te lo esperas, o con encontrar al amor de tu vida a la vuelta de la esquina sin saber que iba a estar ahí. La vida es una constante sorpresa, lo único que tengo es el hoy. Siempre trato de proyectar eso a mi equipo, no siempre es fácil, pero es importante compartir ese pensamiento positivo. 

10 junio 2022
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