También asumen la responsabilidad del bienestar de los miembros de sus familias, incluido el suministro de alimentos y el cuidado de los niños y los ancianos. Sin embargo, las mujeres de las zonas rurales se enfrentan a limitaciones para participar en actividades económicas debido a la discriminación por motivos de género y las normas sociales, la participación en trabajos no remunerados y el acceso desigual a la educación, la atención de la salud, la propiedad y los servicios financieros y de otro tipo.
La promoción y garantía de la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer rural no sólo contribuye al crecimiento económico inclusivo y sostenible, sino que también aumenta la eficacia de las iniciativas de reducción de la pobreza y seguridad alimentaria.
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El acceso a la tierra, al agua y la distintas formas de comercialización de la producción, pueden resumir la agenda más urgente de las mujeres rurales, demandas que se fueron materializando con la lucha de los feminismos en los últimos años.
“El rol de las mujeres está invisibilizado, incluso en los censos”, dijo María Elena Aradas, integrante de la plataforma de género, adolescencia e infancia de Inta, quien explicó que esto incluye tanto las tareas de cuidado no remuneradas que permiten sostener las economías familiares, sino las actividades productivas.
Fuente: Agroclave, UNICEN