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Helena Gualinga: Una voz de la selva viviente

Tiene 20 años. Pero cuando converso con ella tengo la impresión de que ha vivido más.

Es poseedora de una sabiduría que en gran parte nace de sus atentas y extensas conversaciones con los ancianos de su comunidad, Sarayaku. Las mismas son parte del hilo conductor del documental ‘Helena de Sarayaku’, dirigido y producido por su tío, su “compadre”, el cineasta Eriberto Gualinga.

Lo que ha aprendido le ha llevado a levantar su voz en varios rincones del mundo sobre la lucha ambiental, los derechos de los pueblos indígenas y la necesidad de empoderar a las mujeres amazónicas.

Helena Gualinga ha participado, por ejemplo, en la Conferencia de las Partes (COP 25) que se realizó en Madrid en 2019 y en la COP 26 que tuvo lugar en Glasgow el año pasado. Ha estado también en las Cumbres Climáticas de la ONU, que contaron con la participación de jóvenes de todo el planeta y que se realizaron en 2019. Hace poco, estuvo en Estocolmo +50, evento que celebró los 50 años de los primeros acuerdos ambientales de la ONU que tuvieron lugar en esta ciudad. También fue partícipe del World Economic Forum, un espacio que considera inaccesible ya que “pocos jóvenes indígenas pueden asistir allá”.

Con gran determinación, Helena me cuenta que su conocimiento nace de haber crecido en una comunidad kichwa ubicada en la selva de Ecuador, en la provincia de Pastaza, de difícil acceso y que es reconocida por su resistencia a la explotación de sus territorios. “Toda la sabiduría adquirida es parte de crecer en Sarayaku, es algo que aprendemos desde pequeños. Y, sobre todo, por el concepto de Kawsak Sacha, que significa selva viviente. Es una parte fundamental de cómo funciona la comunidad y la razón por la cual es un pueblo referente en cuanto a la lucha ambiental y los derechos de los pueblos indígenas. A través de este concepto vemos a toda la selva como un ser vivo y eso es lo que muchas veces falta en las conversaciones de afuera, se lo ve como algo que es objeto para explotar y dañar, mientras nuestra visión es una relación sana en la que nos sentimos parte de la naturaleza y buscamos un equilibrio con ella”.

Y justamente eso es lo que se observa el el documental, ya que es Sarayaku el punto de partida para abordar otros temas como el cambio climático, cuyas consecuencias directas se pueden evidenciar en una gran inundación tras desbordarse el río Bobonaza, que afectó a la comunidad en 2020, en plen pandemia y que destruyó -entre otras cosas- casas y un puente que servía de conexión con otras comunidades. También habla de las tradiciones, la cultura del lugar y el mundo que ha hecho lo que hoy es esta joven activista: una de las voces de lucha más potentes de la selva frente a la crisis climática.

Sarayaku y Finlandia: entre dos mundos

“Crecí entre dos mundos: Sarayaku y el país de mi papá, Finlandia. Ahora paso más tiempo en Ecuador, pero básicamente me fui a Europa por los estudios de escuela y colegio. Antes, no conocía la parte urbana de Ecuador. Mi trayecto siempre fueron dos lugares con contrastes muy fuertes”, cuenta Helena cuando habla de su historia. Pero estos vaivenes. lejos de ser un impedimento para su crecimiento, le han ayudado en lo que hoy es. Para ella, crecer desde pequeña entre esos dos mundos, le hizo entenderlos. “Me ha dado una perspectiva amplia de las cosas que pasan en la Amazonía y cómo es concebida en el mundo occidental. Y también ha sido un privilegio crecer en Sarayaku y tener esa riqueza natural alrededor mío”, afirma.

Y es que cuando le pregunto sobre lo que para ella significa esta comunidad amazónica, la resume con la palabra “casa”. Y es que este lugar también es “un pueblo muy unido, muy decidido y muy apegado a sus principios. Una comunidad organizada y articulada, por eso ha tenido las victorias que hemos tenido’’, dice. Estas son las cualidades que le hacen de Sarayaku, un lugar fuerte para Helena, aparte de su extensa riqueza natural.

Pero hay algo más que le ata a este sitio. El legado que la generación de su madre dejó, una lucha para que puedan vivir en la selva con los ríos y el aire limpio; esto además implica una responsabilidad que tiene de comunicar el mismo ante el mundo. Como en su madre, -Noemí -y su abuela, ella ha encontrado inspiración en otras guerreras como su hermana Nina y su tía Patricia, quienes además forman parte de Mujeres Amazónicas, movimiento que encarna una lucha constante por mantener con vida a una zona que se ve amenazada por el extractivismo, la violencia y el cambio climático. Además ofrece apoyo a las mujeres a través de actividades y espacios para erradicar la violencia sistemática a la que han sido sometidas históricamente. Es que para Helena, los pocos espacios que se les ha dado a las indígenas de la selva en el mundo no alcanzan para expresar la realidad en la que viven. 

Cambio Climático, una visión desde la mirada de la naturaleza

Cuando hablamos de cambio climático, Helena tiene un criterio al respecto en el que si bien los ciudadanos podemos contribuir con el cuidado del planeta, el problema de fondo está en el uso de combustibles fósiles: “Tenemos que mirar a la ciencia que ha dicho que estamos llegando a un punto donde no podemos retroceder y donde ya no hay muchas más opciones. Pero siempre en la conversación o debate para usar menos plásticos o ducharnos menos minutos, todo esto realmente pone la responsabilidad en el individuo en lugar de ponerlo en los gobiernos, industrias y en las instituciones grandes que han contribuido al cambio climático y a la destrucción del ambiente. Y no porque nosotros no deberíamos ser responsables, se pueden mejorar muchas cosas, pero eso no va a dar los resultados que necesitamos, no es suficiente. El deber del individuo es luchar para que se den esos cambios sistemáticos y esa responsabilidad recae en los gobiernos e instituciones y las empresas grandes”, opina.

También afirma que hace falta cambiar la mentalidad y la perspectiva de lo que es la naturaleza y nuestra relación con ella. “Me parece fundamental, por eso siempre digo que la manera como Sarayaku ve la tierra y la naturaleza es lo que ha hecho que la gente quiera defenderla; pero en general hablando de estos espacios más políticos, de organizaciones, es muy complejo porque hay muchos intereses involucrados y no todos son a favor de la naturaleza; no quieren combatir el cambio climático porque ponen ganancias económicas por encima de la gente. En 2019 fui parte de la fundación de una coalición de movimientos en Latinoamérica llamado Raíces Libres, es una campaña internacional en donde nosotros nos centramos en cumbres como la COP, donde la mayoría es financiada por empresas petroleras, la industria de combustibles fósiles”.

Ella afirma que el contexto es muy problemático porque da lugar a que otras personas no participen en estos espacios donde deberíamos avanzar para crear políticas que combatan al cambio climático, pero en lugar de ello, se presentan empresas que financian el evento y tienen espacio para hablar con los políticos, con los negociadores. La campaña se centra en eso: en crear espacios donde sí se pueda tener progreso en las negociaciones climáticas y evitar el choque de intereses. “Y como dicen los científicos: hay mucho camino para poder llegar a donde deberíamos llegar”.

Una voz joven de la Selva y de quienes viven en ella

Cuando le pregunto a Helena si se considera un personaje público que se ha convertido en un referente sobre la lucha por el cambio climático, ella tímidamente ríe. Me contesta: “Cuando se trata del cambio climático si soy parte del movimiento. En ese aspecto, a veces la gente me reconoce. Pero el trabajo que hacemos no se trata de Helena Gualinga; todos contribuímos con algo y así funcionan las comunidades indígenas. Así funciona la minga en la cual todos apoyan en algo. Yo he podido apoyar con algunas cosas: haciendo vocería, creando contenido sobre las cosas que pasan en la Amazonía. Claro, hay mucho otro trabajo por debajo, pero nació como una contribución a la lucha que nosotros llevamos. Como lo dije, todos apoyamos en algo, aunque no todos estén en público”.

Entonces recuerdo que Helena apenas está empezando sus veintes. Le pregunto sobre sus futuros estudios universitarios y me cuenta que por el momento se ha tomado un año sabático tras terminar la secundaria y que en este tiempo ha viajado y ha sido partícipe de varios proyectos. Aunque no tiene claro su futuro académico se inclina a lo social, a lo ambiental o algo relacionado con la economía y el cambio climático: dice que está intentando encajar todos estos tópicos en una carrera. Pero en un momento de la conversación recuerda que le apasiona la educación, me expresa que le gusta involucrarse en este tema y sueña con hacer un cambio en el sistema educativo de su comunidad para cerrar brechas y favorecer a las nuevas generaciones que vienen detrás de ella. Al final fue por educación que de niña tuvo que abandonar su amada Sarayaku.

Texto: Cristina Guevara / Fotografía: Iván Franco / Vestuario: GAVRILO PRINCIP by Rummy Gabriel - @gavriloprinciponline - @rummy.gabriel / Maquillaje y peinado: Vanessa Moncayo - 099 500 9596 - @vaness.art.makeup

 

11 julio 2022
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