Texto: Cristina Guevara / Fotografía: Iván Franco
Esta es una playa visitada por “sirenas de cola blanca”. Así se les llama a las ballenas jorobadas que llegan cada año a esta zona, arrastradas por la corriente fría de Humboldt. Según relatos de los pescadores, en el pasado -cuando este lugar no era tan habitado-, eran mucho más numerosas y ofrecían cantos angelicales. Pero hasta hoy, hay algo en este lugar que las llama cada año, no en vano su nombre es Ballenita.
Como estos cetáceos, la cantante Nathalia Madrigal también sintió que este destino la llamaba. Han pasado unos años desde entonces, cuando decidió dejar la selva de cemento de Quito y radicarse en esta playa junto a su pareja, el artista plástico Daniel Adoum Gilbert.
Nathalia, a quien en el mundo musical se la conoce también como Juana Monk, es una de las vocalistas principales de los Swing Original Monks. Para ella, esta banda, caracterizada por su fusión de varios ritmos del mundo, conformada también por Gabriel Baumann, es uno de sus hogares, es su familia. “Es la libertad. En los Monks tomé una de las decisiones más importantes de mi vida, y lo hice por el amor y la energía que sentía en el escenario”, recuerda.
El sol pinta el cielo de naranja y rojo. Estos atardeceres, propios de las tardes de “temporada” suelen contrastar a la perfección con los rocosos acantilados que forman las playas de Montañita. Este lugar forma parte de la Península de Santa Elena y según los anales de la historia, fue el lugar donde desembarcó Francisco Pizarro un 18 de agosto de 1526.
Ahí, en ese lugar donde el soundtrack es el sonido del mar y de las aves de la región, está la casa de Nathalia. La construcción encierra entre sus paredes grandes recuerdos de infancia de Daniel quien constantemente visitaba esta zona con sus padres. La propiedad era de uno de sus amigos y al regresar ya de adulto, decidió remodelarla y hacerla su hogar.
Hoy, aparte de compartir los espacios, los dos tienen de “roommates” a sus casi 12 gatos que han rescatado y que suelen huir asustados de los visitantes que llegan porque imaginan que son el veterinario, según cuenta Nathalia.
Este lugar, además tiene especial significado en la historia de amor de esta pareja. Nathalia recuerda que en una de sus primeras citas Daniel la llevó allá. “Qué mejor manera de conquistar a una pelada que llevándola a la playa de Ballenita”, dice Daniel mientras ríe.
Pero, ¿qué les hizo dejarlo todo por este destino?, ¿cómo les cambió la vida vivir en el mar? Para Nathalia: “el mar me hizo ver adentro, me mostró que no necesito tanto para vivir. Que es hermoso vivir sin prisa, que la salud va primero y lo más importante: que no estoy compitiendo con nadie, que no quiero ser la primera o la mejor en algo. Que amo la tranquilidad y que así será mi arte: tranquilo”. Años atrás, Nathalia decidió lanzar su proyecto como solista. “Hace unos años, Gabriel, el otro vocalista de los Monks, se fue de viaje un tiempo y ahí yo dije: está bueno este momento para hacer algo sola, quería probar algo diferente y mostrar una faceta más personal e íntima. No me había atrevido antes, pero muchos amigos me insistían en la idea. Entonces ahí comencé a pensar cómo podría ser y a componer algunos temas. Luego hablé con Ivis Flies para ver si le gustaría que hagamos el proyecto juntos, me dijo que sí. Ha sido un proceso largo y lento, pero muy hermoso”, recuerda. Estando ya en Ballenita grabó la canción Quisiera, cuya inspiración se basa en esas escenas con música vieja, de su infancia. “Lo que oía mi papá los domingos en la sala de nuestra casa. Amo las voces de esa época. Hay una abuelita dentro de mí (ríe)”.
Hoy, su proyecto se llama Madrigal. Como su apellido, el cual tiene un especial significado. “Al comienzo pensé en llamarlo La Juana (su nombre artístico en Swing Original Monks), pero un día mientras le contaba sobre proyecto a Darío Castro de Verde 70, me dijo: oye, no, es un proyecto más personal e íntimo, tiene que llamarse Nathalia Madrigal, pero no me convencía ponerle mi nombre completo. Yo siempre he amado mi apellido y me encantaba que algunas personas cercanas me decían Madrigal (son pocas personas que me han llamado así). Le di vueltas un tiempo. Dudé, pero Daniel también insistió en que era un gran nombre y finalmente lo decidí. Es un proyecto en honor a lo hermosa que fue mi infancia, a mis tíos y tías, a mis nostalgias y mis ausencias”.
La historia de Madrigal se da en varios escenarios, nació en Colombia, vivió unos años en Quito y ahora se escribe en el mar. “Desde pequeña me moví de lugar, entonces creo que crecí con el chip del cambio. Esto me ha hecho ver el mundo desde diferentes ángulos y me ha enseñado que mi vida necesita ese movimiento. Es la manera que he encontrado de crecer, de entender el mundo, de trabajar en mí como ser humano, de conocer nuevas personas y de cuestionar mis creencias. Mi esencia se mantiene, pero he abierto mi mente a no quedarme en pensamientos estáticos, eso para mí es muy importante. Muchas veces si no puedes cambiar de lugar, puedes mover lo que crees y preguntarte por qué lo crees”. Es ese movimiento parte de su esencia y su vida, no en vano, al momento de preguntarle si tuviera que elegir una canción que hable de quién es, ¿cuál sería?, Nathalia contestó Movimiento, del cantante uruguayo Jorge Drexler.
Entre sus proyectos cercanos, me cuenta que con los Monks está trabajando en un nuevo disco. Con Madrigal vienen más temas que ha trabajado durante años. “El 18 de marzo sale un tema muy importante para el proyecto, es en realidad el tema que le da vida a todo esto que estoy haciendo. Se llama Madrigal, es un bolero muy antiguo que ha sido un himno familiar desde siempre”.
Cuando le pregunto que si tuviera que quedarse con un solo lugar en el mundo, cuál sería. Ella sin vacilar contesta que su yo del presente se quedaría en Ballenita, ese apacible lugar que hoy le está dando todo.