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Polución acústica y plásticos: riesgos ambientales en turismo de avistamiento

La contaminación acústica y la generada a partir de residuos arrojados al mar desde los barcos son los principales inconvenientes ambientales que afectan a los mamíferos marinos durante el turismo de avistamiento.

El rorcual aliblanco, la ballena Minke, la orca, el calderón común, el zifio de Cuvier, el delfín mular y la marsopa común son algunas de las especies avistadas especialmente durante los meses veraniegos, cuando zarpan más barcos de este tipo, si bien «entre diciembre y mayo es más fácil porque hay más migraciones, al menos en aguas canarias» según ha explicado a Efe Roberto Bonnano, gerente de Travelin Lady Tenerife, una de las empresas dedicadas a este tipo de turismo ambiental.

«Lo importante es disponer de un buque hecho expresamente para este fin» que cuente entre otras medidas con «hélices protegidas» para evitar dañar a los animales o que el barco sea dañado por ellas, ya que se trata de animales salvajes en libertad.


Medidas respetuosas para el avistamiento y educación ambiental

Además, la tripulación de las embarcaciones debe practicar la educación ambiental con sus clientes, explicando la importancia de conservar el hábitat marino y recordando «que no arrojen nada por la borda y, aún menos, residuos plásticos» aunque reconoce que «ha habido veces en las que hemos tenido que dar media vuelta al barco para ir a recogerlos».

Las embarcaciones utilizadas deben ser, además, lo más silenciosas posibles y generar cuanto menos ruido mejor para asegurar un «avistamiento respetuoso», ha detallado Katharina Heyer, fundadora y presidenta de Firmm, fundación que trabaja para la información e investigación de mamíferos marinos y cuenta con embarcaciones en Tarifa (Cádiz) para navegar en el entorno del Estrecho de Gibraltar.

A la necesidad de una correcta adaptación de los barcos empleados en los avistamientos y al cumplimiento de directrices nacionales e internacionales para acercarse a estos animales, hay que sumar la importancia de «evitar aglomeraciones, sobre todo en temporada alta» cuando se pueden juntar varias naves en el mismo espacio de observación.


La normativa de protección de cetáceos

La normativa oficial de protección de cetáceos la describe como «actividad turística, económica, científica y recreativa» que puede contribuir a las labores de investigación y educación ambiental, siempre que se haga de forma adecuada y con un uso sostenible de los recursos naturales.

Para reducir el impacto en las especies marinas, la normativa prohíbe «cualquier conducta que pueda causar muerte, daño, molestia o inquietud» a los animales, por contacto físico, alimentación o contaminación, entre otras acciones. Ello obliga a detenerse o poner el motor en punto muerto si los cetáceos se aproximan o aparecen de improviso a menos de 60 metros de una embarcación.

«La legislación intenta que no te pongas encima de los cetáceos», aunque es «muy habitual que sean ellos los que se acerquen» ha afirmado a Efe el director de expediciones de Oceana en Europa, Ricardo Aguilar, quien recuerda que los delfines suelen «ponerse a jugar en la proa».

Las especies que corren mayor riesgo con los avistamientos son, según Aguilar, ballenas y cachalotes porque su período de reproducción coincide en ocasiones con el verano y las crías, que no pueden sumergirse durante mucho tiempo, se ven afectadas por la presencia humana.

Por ello, todos los pasajeros deben recibir, antes de zarpar, «un pequeño ‘training’ sobre lo que van a ver y cómo actuar» además de «no llevar consigo ningún plástico a bordo». 

 

Fuente: EFEverde

08 junio 2022
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